«!!Atracción Fatal…»
Siempre existe ese particular hoyo que nos tiene de hijos… aquel que, por uno u otro motivo nunca podemos hacerle el… par y terminamos depositando el impuesto al Golf: una pelotita al agua (en el mejor de los casos).
Sin embargo, cosa irónica e indescifrable de la mente, no entendemos cómo, en otro hoyo más complicado y rebuscado que ninguno (inclusive con algún riacho que lo cruza), sacamos todas las papas del fuego y terminamos en par…o a lo sumo en un respetable bogie.
La respuesta a este interrogante deportivo viene de la Mente. Simplemente eso, pero dejenme que les cuente un poquito más.
El agua tiene, para todos los seres vivos de este planeta, una particular atracción; una increible y fantástica atracción ligada casi instintivamente a lo animal.
Nadie puede escapar de semejante imán natural sin dejar de observar en ella a la misma vida y todo lo que la rodea, aunque se trate de un miserable charco que cruza casi imperceptiblemente por el medio del campo.
Ni hablar entonces de aquellas trampas de agua que, artificial o naturalmente son dispuestas sobre un link de Golf; adornadas con elementos adicionales que las hacen aún más atrayentes, como el mismo fairway que en sí mismo es llamativo, su verde alfombra de pasto prolijamente cortada y mantenida se sumerge y renace en la otra orilla ante nuestros ojos de turistas apasionados de canchas de Golf.
Mas allá de lo romántico-poético y de todo lo que podamos decir de este vital elemento, convengamos que atrapa nuestra atención e instinto animal de saciar nuestro calor o sed ocasional (¿no les llama la atención el hecho de caer más repetidamente al agua en verano que en invierno? Fíjense, ténganlo en cuenta y este invierno me lo comentan…) y además, nos distrae desde el punto de vista estético, artístico y de diseño.
Sabiendo esto, es decir, reconociendo que no podremos escapar de esta atracción natural, encaremos nuestros tiros de Golf que deberán sobrevolar el agua, con la cuota de inteligencia que nos permita llegar secos y con la misma pelota hacia el otro lado de la orilla.
Siempre que nos enfrentemos a un lago cambiemos nuestra actitud mental, evitemos ese pequeño estremecimiento y sensación que nos dieron hasta ahora. Quememos la ?película? vieja que nos proyecta en la memoria un tiro hacia el medio del agua, evitemos pensar en el maléfico ruido (!Plopp…¡) que hacían nuestras pelotas intentando cruzarlo; imaginémonos a la energía de Tiger Woods enfundada en nuestra piel y calzando nuestros zapatos; veamos un tiro limpio y elevado que se posa del otro lado.
Si ese modelo o escenario mental no funciona, tiremos uno o dos palos de más.
Démonos confianza a fuerza de potencia, aunque terminemos del otro lado del green, repasados pero secos.
Observen una constante: casi nunca hay nada peligroso o insalvable detrás de un green (en la línea imaginaria que une la bandera con el tee de salida); por lo general, todas las trampas y protecciones de arena y/o agua están ubicadas a los lados o al frente del green, pero por detrás nunca hay nada, con lo cual estamos en condiciones de darle uno o dos palos de más sin sufrir demasiado por esa acción.
No seamos exigentes, tan exigentes que pretendamos caer de aire al lado de la bandera y dejarla dada; dejemos eso para otra ocasión o que salga de pura casualidad (cuando en realidad nuestro objetivo era pasarnos y afortunadamente quedamos cortos).
Si aún estamos en problemas y nuestros tiros se frustan en pleno vuelo (cosas que también pasan misteriosamente), nada nos impedirá hacernos los «surfistas» y utilizar la estrategia que tienen estos amantes de las velas para ir a donde quieren: triangulan permanentemente, teniendo en cuenta el punto de salida, la fuerza del viento y el punto de destino final.
En el Golf esa triangulación termina siendo un primer tiro apuntando a un claro de pasto lateral, por la derecha o izquierda del agua, según el terreno disponible que tengamos y un segundo tiro, pero ahora apuntando a la bandera como objetivo final. Resultado: par o a lo sumo bogie, asegurado.
Hay también quienes dicen, que uno debe pensar que el agua que tiene por delante es sólida, que se trata de pasto o tierra y debe sacarse la imagen del líquido de su cabeza.
Personalmente creo que que se debe ver al agua como tal y enfrentarla como una dificultad más del juego, darle la importancia que merece y evitarla por encima o por el costado cuando uno pueda hacerlo; de esa manera, estoy convencido que nos enfrentaremos a un enemigo cada vez más débil y, con el tiempo lo trataremos como hoy tratamos a un tiro desde el rough.
Buena suerte … y ahorren pelotitas.
Nos vemos.
Marcelo H. Barba.