Ayudemos al starter…
Por Marcelo Barba
Sin ánimo de generar ruidos ni molestar a nadie en particular, hablemos de algo que muchos de nosotros conocemos, vivimos y lamentablemente, en muchas
ocasiones también sufrimos.
Cambiemos opiniones sobre las funciones del querido y buen amigo de la cancha, nuestro «Starter».
Si tuviéramos que definir la función de este importantísimo personaje en nuestra vida de Golf, diríamos abreviadamente que se trata de una persona prolija, administradora, que debe velar por el balanceo dinámico del juego durante la jornada, de entregar y controlar las tarjetas de cada jugador, de organizar las múltiples actividades que se despliegan en un partido y aún más, de adelantarse en los cronogramas de juegos y torneos para llevar una bitácora de participaciones que nos permita sentirnos cómodos y seguros en los horarios y reservas de turnos que normalmente efectuamos antes de cada partido. Quizá existan (de hecho se que existen) muchas otras responsabilidades adicionales que, dependiendo de cada club en particular y de la cantidad de personal disponible que tengan, esas tareas son asignadas al starter o a otro colaborador que lo ayude.
Muchas veces las administraciones descansan mucho en estas personas, quizá
demasiado, responsabilidades que son aplicables a otros perfiles; como ser el control de los greens, el estado de la cancha luego de una lluvia, la entrega y organización de premios de un torneo, la recorrida de la cancha en pleno torneo para verificar los tiempos y atrasos en el juego, en fin, cosas que pueden realizarse por meros ayudantes o por un segundo starter, toda vez que no impacten en la mayor carga semanal que tienen estos individuos, es decir, los sábados y domingos, donde parece ponerse todo al límite de las posibilidades y lógicamente siempre queda algo desatendido por falta de recursos…
Para colmo de males, los propios jugadores no ayudan demasiado en la tarea de organización más crítica (hablo del momento previo a la salida) donde aparecen los amigotes que no se anotaron y le piden esos favores fatales a nuestro starter, que está tratando de balancear de la mejor manera las salidas de las horas pico. Ya sabemos todos lo que sucede cuando, por no quedar mal con un fulano o mengano de la comisión, o uno de esos amigotes de siempre, se produce la colada inesperada de una línea o jugador no contemplado originalmente… y para los que saben algo de teoría de colas, esos diez minutos de atraso a las 8:00 AM, se convierten matemáticamente en una hora para los que deban salir a las 13:00 PM.
También debemos observar, ya que estamos, esas alucinantes mezclas de jugadores que suelen hacer algunos starters, como si se tratase de experimentos físico-químicos… cuando detrás de una línea de tres jugadores conocidamente lentos, libera la salida de una línea de dos jugadores conocidamente rápidos, o lo que es aún peor, arma una línea de dos rápidos con uno lento. (Permítanme el término de conocidamente, cuando me quiero referir a las personas que normalmente juegan en el club y son ya conocidos tanto por el starter como por otros jugadores antiguos). La cancha comienza a atrasarse, inexplicablemente para los de afuera, y comienzan a aparecer las soluciones mágicas: nos invitan a salir por el hoyo 10…
Los jugadores que acepten la magia y solución temporal del atraso, saliendo por el 10, no saben que están comprando tiempo, es decir, no se imaginan el hermoso momento que vivirán cuando deban cruzarse para terminar de jugar los últimos (primeros) nueve hoyos, con los que quieran comenzar su juego por los mismos primeros nueve… algo digno de Dante (sobre todo si hace calor y estamos bajo los rayos de un hermoso sol, esperando algo que no llegará nunca).
Creo que esto da para muchas opiniones y otras tantas notas, pero tratando de rescatar lo más importante, opino humildemente y sin perjuicio de equivocarme, que el tema de administración es serio y con ello hay que plantearse un esquema que no sea infinitamente flexible, es decir, tener el concepto de que lo que se administra es finito (que tiene un límite físico, marcado por la propia naturaleza) por lo menos hasta que existan canchas iluminadas donde podamos jugar de noche. Por otro lado, y en una misión clara de administración, el hecho de conocer históricamente a cada jugador debería ser aprovechado por los starters para evitar esas mezclas nefastas entre jugadores o líneas de jugadores lentos y rápidos, de la mejor manera
posible. Esto es, si faltó uno de los jugadores de la línea rápida, evitar convocar a uno lento para sacar al juego la línea completa (por Ej.).
Recordemos quizá el más importante concepto e idea para este tema: seamos
nosotros mismos quienes ayudemos a cumplir acabadamente las funciones del
starter.
- Llamemos siempre el día anterior al encuentro, para conocer cómo salimos,
con quién y a qué hora. - Lleguemos temprano al juego. Eso quiere decir 15 minutos como mínimo.
- Si decidimos cancelar la partida: avisemos antes y con anticipación, para
que puedan reprogramar nuestra línea. - No vayamos con invitados sorpresa… total uno más…
- Anotémonos con anticipación a cada torneo, a fin de darle el tiempo
necesario al starter para que arme las salidas óptimas de acuerdo a quienes
conozca y sepa cuál es su estilo de juego. - Si nos toca jugar con un jugador lento, démosle paso a quienes van más
rápido detrás nuestro. - Si somos más rápidos que los que nos anteceden, evitemos el bar del 9 y
adelantémonos diplomáticamente. - Demos aviso al starter (sin creer que se trata de delatar a nadie) de los
jugadores excesivamente lentos, para que él sepa cómo armar la próxima
salida y no se vea perjudicada más gente. - Si la cancha está muy cargada, apuremos el paso, no nos detengamos ni
hagamos del juego un paseo dominguero. - Si estamos jugando un fourball, no juguemos todas las bolas sabiendo ya
cuál es el mejor resultado…
Finalmente, recordemos que la cancha nos da siempre un lugar (colchón de ajuste) para acomodar esos tiempos de espera o atraso que fuimos acumulando: EL BAR del 9… pasemos por el bar rápidamente, escojamos una bebida y continuemos con ella a cuestas, evitando así más atrasos innecesarios ó adelantando un tiempo importantísimo para quienes vienen detrás nuestro. (pero no se olviden de ir al baño…)
Hasta la próxima, cuidado con el calor y el sol…. y apúrense con el «almuerzo» del bar del 9…
Un abrazo.
Marcelo H. Barba