«Drive con crema…»
Por Marcelo Barba
Muchas veces decidimos olvidarnos de algunas cosas y pedimos ese postre con
crema al fin de nuestra cena, o nos tomamos esa copa de licor que sabemos nos caerá como una bomba.. pero como sarna con gusto no pica…
Así como en nuestra vida cotidiana tomamos algunas decisiones a sabiendas de lo que nos pasará o sufriremos por ello, también en el Golf pasamos muchas veces por circunstancias parecidas.
Si alguno de Uds. viera mi bolsa de palos, es posible que sorprenda por la ausencia del Drive. Mi esposa me pregunta lo mismo cuando lo ve paradito y callado desde hace tanto tiempo en el altillo junto con otros cachivaches…
He tomado la decisión de no comer crema, ya que se que indefectiblemente tendré un dolor de cabeza o descompostura al hígado.
Del mismo modo que con la crema y luego de ver las terribles consecuencias a las que me expongo, he dejado momentáneamente a resguardo mi querido y poderoso drive, sacándolo de la bolsa de palos para que se tome un prolongado descanso en el altillo de mi casa, a pesar de la inquietud de mi esposa.
Con esa acción tan simple he descubierto rápidamente dos cosas: disminuí sensiblemente los golpes en cada partido y casi no obtengo una diferencia sustancial con la distancia que logro con mi noble e inseparable madera 3.
Uds. me preguntarán, o se preguntarán a sí mismos, si tal medida drástica es válida y puede ser aconsejada…
Pues bien, les confesaré que también lo pensé y llegué a doblegar mi propio ego y amor propio (y vergüenza, porqué no decirlo también) y cuando alguien me pregunta sobre la varonil ausencia de semejante arma, le contesto que prefiero consolidar mi swing, lograr tiros más derechos u orientados a donde yo decido; que tratar de pegar fuerte y descontrolado hacia cualquier lugar de la cancha… (generalmente al agua o alguna calle lateral)
Esto es aún más ejemplificador si por alguna de esas circunstancias nos topamos con los siguientes problemas:
a) Tenemos una congénita, imaginativa y hermosa tendencia al slice…
b) Jugamos en una cancha caprichosamente diseñada para nuestras habilidades, donde sobran los fuera de límites o el agua a los costados (y necesaria u obligadamente debemos tratar de jugar bien derechito…)
c) Se nos metió algún virus en el cerebro que no nos deja en paz y por ende, cada vez que tomamos el drive mentalmente ya estamos predispuestos, sugestionados o bien visualizamos un horripilante y pornográfico tiro de Golf.
No existe ninguna regla o consideración especial escrita ni moral que nos obligue a usar un determinado palo que aún no hemos aprendido a gobernar decentemente.
Más aún, con el advenimiento de esta nueva moda de drive’s o maderas super extra giga jumbo big titanio con cabezas parecidas a pelotas de rugby, la cosa se pone más y más peligrosa si decidimos incorporarlas a nuestro juego sin saber cómo dominar aún semejante equipamiento (pero como está de moda… y muchos lo están usando…).
El mensaje final que quiero transmitir no es precisamente el de desalentar la compra o el uso de determinada tecnología, marca o modelo de palos. No, bien lejos de eso.
Simplemente es un mensaje de ayuda a quienes están tratando de corregir defectos y tomarle la mano al juego, comenzando a consolidar su swing y tratando de lograr sumar menos puntos en sus tarjetas.
Ese es en definitiva mi objetivo, que tampoco debe ser entendido o interpretado como absoluto; al contrario, estoy convencido que cuando nos volvamos a encontrar con nuestro malhumorado drive, luego de ese proceso, habremos redescubierto una herramienta que bien utilizada nos hará sentir más felices que hasta ahora…
De última, solo les pido que me dejen a favor el beneficio de la duda y que traten de probar qué les pasa y qué obtienen como resultado en su próximo partido si deciden dejar la crema chantillí de lado… perdón, quise decir el drive.
Un abrazo y hasta la próxima.
Marcelo H. Barba