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El bunker

«El bunker es mi amigo…»

Por Marcelo Barba

Tengo un amigo y compañero de juego de Golf (Fernando) que además de
compartir fines de semana de 18 y 36 hoyos en el Club donde jugamos (Smithfield), me enseñó algo casi trivial y divertido, pero muy efectivo para cuando caemos en la arena…

El tiene un dicho (o muletilla) que más allá de ser cómico, resulta efectivo. Cada vez que por desgracia su pelota va a parar a la playa… pronuncia su especial comentario: !! El Bunker es mi Amigo…!!

Y lo bueno del caso, es que nunca lo vi en problemas para sacar su pelota desde dichas trampas. A veces la deja a varios metros de la bandera, otras casi dada, pero nunca deja de sacarla y posarla sobre el green. Cosa que para jugadores de alto handicap como nosotros es bastante, ya que hasta que aprendemos ese golpe, casi siempre cruzamos el green de lado a lado, como si se tratara de un tejido caprichoso, o nos quedamos en la arena para repetir otra sacada, como si quisiéramos practicar la mejor forma de desalojar toda la arena de la trampa.

Recuerdo que le pregunté el motivo por el cual emitía esa frase. Me comentó, que su profesor hace muchos años atrás, le había enseñado a no temerle a los bunkers, que ciertamente muchas veces son mejores que cualquier escarpada o ante-green pelados y con tierra dura, donde es bastante más difícil encontrar un buen «lie» para que el palo no rebote y pase correctamente por debajo de la pelota y ese chip llegue donde queremos, se pose sobre el green, en lugar de generar esos terribles
filazos que no hacen más que hacernos sufrir, sumar golpes de más, marcando
y dañando nuestras pelotas (en todos los sentidos…).

Lo primero que le enseñó su profe, fue precisamente a adoptar una posición mental positiva frente a la arena, obligándolo a decir cada vez que se posaba sobre la misma: !! El bunker es mi amigo… !! y evidentemente la cosa parecía una brujería, ya que obtuvo y logra unos resultados muy buenos, dado que, como de amigos se trata ninguno pretende causarle problemas al otro cuando se encuentra en aprietos.

Observándolo y escuchándolo, adopté también esa actitud positiva (también imité el swing: lento, con el stance amplio, la cara del palo bien abierta y apuntando al objetivo, penetrando por detrás de la pelota con fuerza y terminando bien arriba de la cabeza con un ritmo pausado pero continuo) con todo, debo confesar que hoy, prefiero caer en un bunker cerca del green que en muchos otros lugares sin arena pero mucho más temibles que ésta.

Desde hace un tiempo también, incorporé una nueva amistad a mi lista personal:
El Bunker.

Lo podremos encontrar apelmazado, mojado, duro, en fin, con todo tipo de arena y calidad de humedad, pero créanme que si nos disponemos mentalmente (El bunker es mi amigo…) a sacarla de primera, no sólo lo lograremos sino que además, comenzaremos a conocer y aprender nuevos tiros y formas prácticas de sacarla de dicho lugar, sin que ello se transforme en una traumática experiencia.
Hasta es posible repetir (cuando la arena está dura o mojada) el mismísimo chip que muchas veces hacemos con el 8 ó con el 7 desde el rought o el fairway, con el swing cortito, las muñecas duras y acompañando los brazos en el finish para arriba, hasta donde podamos… sin dejar de mirar nunca y por ningún motivo a la pelota. Pero siempre repitiendo mentalmente o en voz alta que El bunker es nuestro amigo…

Creer o reventar, hay cosas que ayudan más que un mes de clases particulares con algún profesional. La actitud mental que uno adopta en cada caso difícil es asegurarse el éxito de un buen resultado, o por lo menos un alto porcentaje de ese éxito dependerá de ello.

Repitamos todos juntos: !! El bunker es mi amigo !! cada vez que caigamos en él; hagamos las cosas bien y con soltura. Tengamos el 100% de confianza en que ejecutaremos nuestro mejor golpe, sin titubeos ni quiebres, con potencia y firmeza para levantar la pelota y una buena cantidad de arena con ella. Al cabo de unas semanas… todos cambiaremos de idea cuando nuestra querida pelota decida reposar allí.

Hasta la próxima y… gracias a Fernando
Un abrazo.
Marcelo H. Barba