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Gaste bien

Gaste bien la plata…

El otro día estuve en el proshop.

Como tantas otras veces, compré unas pelotitas para reponer el stock de uno de los elementos que más se consume en este deporte, lamentablemente…

Mientras que me paseaba por el local, observando y tocando cuanta cosa nueva se exhibe en esos particulares lugares de venta, miraba también a la gente que como yo, queda encandilada por los diseños de los hierros más modernos, de las maderas «super super super big jumbo» y compañía, y de cada uno de los elementos que conforman esa especie de boutique o joyería especializada.

Convengamos todos en que es un verdadero placer, de vez en cuando, hacer una recorrida por estos lugares y ponerse al día de las cosas que últimamente han puesto al alcance de cualquier golfista; máxime si uno las compara con las que utilizaban los que jugaban hace sólo diez años atrás… y ganaban torneos y tiraban tan o mejor que cualquiera de nosotros hoy, con toda la tecnología a favor.

En ese rato que me quedé ‘mirando’ hice las veces de espía y escuchaba y me sorprendía de los diálogos de algunas personas, mientras que me hacía el distraído tratando de probar un nuevo puter con ‘rayo láser’ (si, leyeron bien, el láser llegó también al Golf y se lo han metido a un puter –por supuesto de práctica- para el deleite de los más tecnólogos). Decía que escuchaba conversaciones y preguntas, de las cuales el mismo vendedor podría hacer uno de los libros de Golf más exitoso jamás vendido.

Una Sra. preguntaba: _ Dígame joven, para Ud. Qué clase de palos debería comprarme? Porque me han dicho que los míos ya están totalmente superados… Ahora debería probar con los de grafito o de titanio, no le parece?

El muchacho que atendía, humildemente le preguntó cuál era su handicap y su estilo de juego, a fin de asesorar más adecuadamente a la mujer. A la respuesta de 30, el vendedor trató de direccionarla a un ‘set’ de palos más adecuados (a pesar de que comercialmente lo desfavorecía), pero no hubo caso, la mujer consultó el precio de los más nuevos y se retiró del local.

Otro personaje típico, observaba pelotas y preguntaba sobre las virtudes de cada marca y las distancias que podría lograr con cada una… sin palabras.

Una chica de alrededor de 25 años junto con una amiga, discutían sobre los colores ‘fluo’ de determinada bolsa de palos: que tal era mejor que la otra porque con el verde del pasto combinaba espléndido (?)… de no creer.

A los 5 minutos entró otro personaje a preguntar por una marca de palos que era la imitación exacta de los XXX …

El vendedor le contestó que él no los vendía y que además no le convenía comprar ese tipo de cosas, ya que se supone que un set de palos debería servirnos durante mucho tiempo y se trata de una inversión importante que debe ser estudiada. Le aconsejó probar una marca en particular y trató infructuosamente de convencerlo en desistir en la búsqueda de la imitación… por supuesto que no sirvió de nada y nuestro buscador de gangas se fue con más dudas de las que vino.

Seleccioné finalmente las bolas de golf que quería, las pagué y me fui con la promesa de volver más frecuentemente a presenciar el espectáculo gratuito que ofrecen, en forma continua estos lugares de ventas. Mientras me iba recordaba a muchos de los chicos de bajísimos recursos económicos (los caddies por ejemplo) que con un par de palos marca ‘perro y gato’ usados y con muchos años de antigüedad, poseen esa especie de magia que les permite salir a una cancha y jugar como si tuvieran un costoso conjunto profesional; sólo alguno de ellos serán los elegidos y llegarán a ser los profesionales de este deporte y recordarán sus duros comienzos, tratando diplomática y educadamente de no sonreír cuando algún aficionado se le acerque para preguntarle con tono de experto, si ya no es hora de cambiar sus palos por los de titanio…

Chiste para el final:

Llega un Sr. a la cancha y pregunta si puede salir a jugar con alguno de compañero.

El starter le dice que la única persona disponible para salir, es la que está practicando a unos metros de distancia, pero que se trata del famoso mal hablado del club… ese que siempre dice y grita palabrotas y termina peleándose con quien le toque en suerte salir.

Este señor duda unos instantes pero finalmente toma la decisión de salir con el mal educado.

El primer hoyo nuestro caballero lo finaliza en par (4) y el mal hablado hace lo propio en 8 golpes; ante lo cual su compañero esperaba un reguero de palabrotas… pero no, no dijo ni una y en silencio se dirigió al próximo.

Así pasó la mayoría de los hoyos, todos ellos finalizando en triple, cuádruple o quíntuple bogie; y nuestro educado personaje sorprendiéndose en cada uno de los mismos por la excelente conducta del mismo, a tal punto que llegó a pensar que el starter se había confundido de persona…

Llegaron al 18, un par 5 difícil, nuestro amigo educado termina en par y el famoso mal hablado, luego de un espectacular drive pone un mejor hierro 5 para quedar a centímetros del hoyo y finalizarlo en águila.

En ese momento estalla en una catarata de palabrotas, maldice a la madre del compañero, a la suya, a cuanto ser sobre el planeta existe, tira los palos y se enfrenta directamente con su educado compañero que lo miraba desencajado y sorprendido por semejante actitud, máxime que se trataba de un hoyo donde había finalizado con águila…

Lo mira fijamente, con espuma de rabia en la boca y le pregunta gritando porqué lo observa de esa manera.

Nuestro amigo educado le dice que está realmente sorprendido porque durante todo el partido se comportó como un caballero, a pesar de su terrible y pésima puntuación y justo en este hoyo, donde hace una performance magnífica, explota de esa manera…

El mal educado le contesta: _ Este deporte de M…. me tiene loco!!! Cada vez que decido dejarlo y no volver a jugarlo nunca más, me pasa esto… !!!

Hasta la próxima.

Marcelo Horacio Barba