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Gato con botas

«Gato con botas….» (y un cuento)

Como en muchas de las cosas de esta vida, a veces repetimos o hacemos algo mecánicamente, sin saber si debe ser así, si está bien o, si al hacerlo nosotros mismos nos sentimos cómodos o por el contrario, nunca nos propusimos adoptar nuestra propia posición y criterio en el tema.

Hoy hablaremos de los guantes o, más específicamente del «Guante» de Golf que utilizamos en alguna de nuestras manos según seamos diestros o viceversa para los zurdos.

En ningún lugar, reglamento, definición implícita o explícita se indica que se deba usar un guante; sin embargo, todos sabemos que se trata de una pieza de la indumentaria del Golf, impuesta y comunmente aceptada por toda la comunidad que practica este deporte.

Ahora bien, la cuestión es: ¿sirve para algo?

Muchos pensarán que estoy medio loco (si me miran sólo con un ojo) en tratar de cuestionar semejante elemento, tan formal e internacionalmente aceptado hasta por los mismos profesionales.

Pero como me gusta ser analítico y observador, además de convencerme de la real utilidad de todos los implementos que la maldita sociedad nos invita a consumir en cada actividad que decidamos encarar, mi pregunta entonces toma algún sabor a crítica sana, por lo menos en el simple hecho de darle una revisión y sacudida a la estantería de formalidades que día a día alimentamos y ordenamos prolijamente sin saber siquiera para qué…

Quizá después de mover un poco esa estantería mental, se le caigan algunas cosas que no son decididamente necesarias o por el contrario queden tan firmes como al principio, con guantes y todo …

Leí una vez a un profesional americano del cual ya no recuerdo el nombre, pero se refería los guantes como algo que le producía un impedimento, decía: «En lo particular, no soy muy amante de nada que me imponga la más mínima distancia entre la pelota y yo; bastante tengo con el palo como para soportar semejante aislante, con lo cual, el hecho de ponerme un guante me hace sentir más alejado aún del elemento que pretendo controlar, que en todo caso es la bola de Golf y no el palo. Para esto último, el palo, he dedicado un tiempo en encontrar y finalmente adoptar el grip que en tamaño, grosor y rugosidad me hace sentir más cómodo…».

Sin embargo y admitiendo que las experiencias ajenas sirven muy poco, me dedico a observar este tema del guante y veo que existen más personas que lo usan que de las otras. Pero aún así, ellos mismos parecieran ser algo inconsistentes, ya que hasta los que más saben de esto, al momento de llegar al green proceden a sacárselo, buscando con ello toda la sensación posible con su Putter… entonces, me sigo preguntando más desorientado, por qué motivo no persiguen ese mismo grado de pureza táctil cuando pegan con madera o hierro? Sin respuesta, por ahora.

Alguno me dirá (sobre todo las damas) que jugar sin guantes puede generar unas hermosas manos de herrero de fragua, lo admito, la formación de cierta cayosidad molesta, sobre todo si progresivamente se fue formando luego de insistir por encima de las ampollas y llagas (parece la descripción Dantesca del sufrimiento de algúnn martir…) hasta que finalmente uno se decida a dejar de mover la empuñadura de un lado a otro y fije su posición en un lugar cómodo y definitivo.
Esto nos habla también de otra cosa: cuando un jugador toma bien el palo de golf y
ejecuta su tiro correctamente, no debiera existir ningún motivo por el cual se le produzcan lastimaduras en sus manos.

Aceptemos también que este implemento sirve en algunas circunstancias más que en otras, por ejemplo cuando hace frío o cuando llueve… para evitar la falta de adherencia o de presión, pero aún así me cuestiono ciertos caprichos o modismos que nadie sabe explicar a la hora de la verdad: es el hecho de tener que calzarse un solo guante y que quede, irremediablemente desnuda la otra mano, como si ello fuera tan normal como jugar con un zapato en un pie y en el otro nada…en patas.

En fin, son esas cosas enigmáticas que posee este deporte tan milenario… (aunque creo que el uso del guante es bastante más contemporáneo) y que nadie se atrevió a cuestionarse con sentido común.

Quizá se trate de una ayuda adicional muy efectiva, más allá del cuidado de la piel, para poder concentrarse aún más en las posiciones que deben adoptar las manos en la empuñadura, de hecho, he visto modelos de guantes con algunas marcas que -ayudan- al golfista a ubicar mejor su mano directriz, rozando con ello la zona de lo permitido y lo antireglamentario.

Finalmente, y para no darle más vueltas a algo que podría no tener fin, creo que este tema del guante es otro gusto y variedad dentro de los «sabores» que tiene el Golf, que a ciertos personajes le molesta y a otros los ayuda a tal punto que sería impensable para ellos jugar sin los mismos.

En todo caso tengamos presente, para aquellos que recién comienzan a jugar, o para los que se pusieron a probar y cuestionarse la utilidad del elemento en cuestión, que se trata de un aditivo no obligatorio y que dependiendo del tipo de grip que cada uno tenga, puede ser muy útil mecánicamente o comportarse sólo como una ayuda psicológica más a la hora de sentirse seguro. Sin embargo, no viene nada mal recordar algo importante que todo profe aplica a sus alumnos y en lo personal, recuerdo los consejos del mío: el grip debe apretar como quien toma entre sus manos un pájaro; si lo aprieta demasiado se muere y si lo sujeta
débilmente se vuela de las manos…

Terminemos con un chiste para el bar del 19...
Un Golfista profesional, muy concentrado en la gira del tour europeo, se dirije en avión hacia Londres, donde lo esperarían para trasladarlo al hotel y de allí a los Links donde entrenaría y finalmente competiría en 48 horas.

Junto a su asiento, en dicho avión, se sienta una señorita espectacular (90-60-90) de esas que le cortan la respiración a cualquiera; lo saluda amablemente y acto seguido toma un libro y comienza una lectura.

El Golfista en gira, alejado de las mujeres y concentrado, no puede dejar de sentirse atraído y algo exitado por semejante escultura física, y trata de pensar cómo entablar una relación con esa diosa.

Observa que está leyendo un libro titulado «Estadísticas Sexuales Interesantes» y más entusiasmado aún, la interrumpe diciendo:

_ Disculpas, pero veo que estás leyendo un libro muy interesante… podrías decirme si vale la pena y si te resulta bueno?

La dama interrumpe su lectura, lo mira y le contesta con voz sensual y pastosa:

_Este es un libro muy interesante, acerca de las estadísticas sexuales… por ejemplo, ahora estoy leyendo un capítulo que dice que los indios mexicanos poseen en promedio, el tamaño más largo de pene… y cosa interesante, dice además que los chinos en cambio, poseen en promedio, el pene más grueso que ninguna otra raza… No te parece interesante?. Finaliza ella mirándolo fíjamente a los ojos.

_ Muy interesante, contesta el Golfista acalorado y exitado…
_Perdón…aún no nos presentamos, señala el Golfista y pregunta: Cuál es
tu nombre?
_Gisselle, contesta ella y pregunta a la vez: y cuál es el tuyo?
_!! Moctezuma Chang Wan¡¡ mucho gusto en conocerte… responde
rápidamente el Golfista.

Nos vemos.
Marcelo H. Barba