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Hoy dejo

Hoy dejo el golf…

Cuántas veces pasó por nuestra mente o emitimos esa frase?

En cuántas oportunidades nos vimos desanimados, deprimidos ó avergonzados, con ganas de revolear un palo al medio de la laguna o de hacerle un retorcido moño al drive que nos mandó, inexorablemente, fuera de límite con ese despreciable slice de salida…

¿Cuántas fueron las oportunidades en que «nos olvidamos» de presentar la tarjeta…?

Creo que gran parte del aumento del nivel de agua de algunas lagunas donde juego, es culpa mía y se debe a la cantidad de pelotas que tiré una y otra vez.

También estoy casi convencido que compré un drive con alguna falla de fabricación: nunca tira derecho…

Sin embargo, creo, que el secreto está en otro lado. La respuesta viene por afuera del golf.

La perseverancia es una gran virtud de la vida, que si la aplicamos al golf (que en sí mismo es otra forma de vida) nos dará también muy buenos resultados.

Ante algún fracaso laboral o familiar, proyecto o trabajo ó cualquier tipo de iniciativa que encaramos y desgraciadamente no obtenemos el éxito esperado, a ninguno de nosotros se nos ocurriría decir o pensar en dejar el trabajo; irse de la casa, renegar de su familia, etc., etc.

Si hablamos de personas relativamente equilibradas eso no ocurriría. Sin embargo en el golf somos más exigentes y no nos perdonamos una «caidita».

No obstante todos sabemos que la vida, en muchas ocasiones nos deja en el «rough», o sin quererlo terminamos en un «bunker» y hay que luchar más de lo previsto para salir.

En otras tantas, insistimos con lo mismo y nos damos contra la pared una y otra vez como cuando nos vamos «al agua» con nuestro tercer intento desde el mismo lugar.

En fin, todavía no conozco a nadie que tenga una vida tan exitosa en todos los órdenes de su actividad familiar y laboral, como tampoco al que la ponga siempre en el fairway y en el segundo tiro la deje «dada».

Creo que en el golf hay que insistir como se insiste con las cosas de la vida, buscar alternativas inteligentes, no quedarnos encerrados en lo que «creemos» es lo mejor. Esa es la forma de superar los baches en que indefectiblemente caemos todos los que vivimos y, permanentemente, estamos aprendiendo este juego.

Nunca hay un tiro igual al otro. Nunca nadie tira igual que otra persona. Nunca en la vida nos sirve la experiencia de otro (tampoco nos sirve de mucho saber qué hierro usó nuestro compañero y pretender hacer lo mismo).

Nunca tendremos el mismo swing aunque seamos profesionales (miremos a «Seve» ó a «Norman»). El swing es como una instantánea de nuestro ánimo en ese momento, en ese preciso día; refleja casi como un test psicológico nuestro estado de salud física y mental.

De los baches siempre se sale. Se sale bien. En una o en dos, pero la sacamos a buena.

Si alguno de nosotros pasa por esa etapa de depresión deportiva ó de decisión de: «dejar el golf» // «esto no es para mi», tómese su tiempo, analice qué es lo que pasa (por fuera del golf).

Haciendo ese esfuerzo para salir, verán que si nos concentramos en el golf y en las alternativas para mejorar nuestro juego, también y casi paralelamente resolveremos «ese» otro problema que nos tiene preocupados y con la cabeza en otro lado.

Con todo esto, a esta altura de las cosas les diría que, no sólo NO vale la pena dejarlo, sino que en cierta forma hay que tener cuidado: …en la oficina o nuestro trabajo siempre encontraremos una «zona de dropeo» que nos brinde otra oportunidad; y en casa, no nos olvidemos de presentar «tarjeta», que la que nos lleva el handicap no se olvida de nada…

A jugar !

Marcelo Barba