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Jugando con

Frío, frío….

Jugar golf en temporada de invierno tiene algunas consideraciones para tener en cuenta, enumeremos y analicemos algunas:

LA ROPA: generalmente uno tiene que elegir, o morirse de frío o jugar como una momia abrigada.

Creo que como en todas las cosas de la vida, existe un punto de equilibrio donde sin padecer demasiado frío se puede llevar un buen buzo térmico holgado, que nos permita rotar y extender los brazos sin que parezca que estamos enyesados, de última también nos queda la alternativa de la campera que, a la hora de efectuar el tiro puede ser momentáneamente colgada del bolso o sostenida por nuestro tieso, azul y frío caddy.

Existen también, para aquellos madrugadores y amantes de la escarcha, un aditamento más: una especie de mitones de tela térmica que son realmente efectivos si uno desea que sus manos funcionen bien cuando trata de que los dedos envuelvan el grip y no parezcan grisines quebradizos.

En fin, todo vale en tema de ropa de abrigo pero lo más importante es sentirse cómodo en el momento del swing. No diremos nada a este punto de los recursos de abrigo «interno», que como todos se imaginarán pasan por un chocolate en barra y pueden terminar en un trago de algo…

A propósito ¿Saben el motivo por el cual este juego tiene 18 hoyos (y no 17 ó 21)? Respuesta: según cuenta la leyenda, hace muchos años atrás, los primeros inventores de este maravilloso desafío eran pastores de ovejas que precisamente vivían en un clima muy frío y castigado por los vientos, entonces para mitigar esa inclemencia, en cada hoyo a jugar se tomaban un trago de whisky… las pequeñas petacas que llevaban consigo tenían suficiente bebida para «aguantar» 18tragos-hoyos (trato de imaginarme cómo terminarían el 18… seguramente sin frío y totalmente despreocupados de haber hecho más de 100 golpes).

LA CANCHA: es una de las principales causantes de aumentar los golpes.

Primero, la pelota vuela menos por el clima, la presión y la atmósfera reinante en invierno. Segundo, los fairways parecen de paja y en algunos casos también suelen aparecer manchones de tierra dura o excesivo barro cuando se trata, infructuosamente, de hacer crecer un inexistente pasto perenne (cuando no nos encontramos con algunos charcos de escarcha matutina).

Según mi profe, hay que elegir un palo de más en casi todos los tiros, por la cancha, la ropa y porque uno no hace el swing tan amplio y suelto como en épocas de más calor.

Tiene razón, sobretodo en el momento que uno llega cerca del green y quiere hacer el pitch pero se encuentra con la pelota asentada sobre un lugar muy malo y con altas probabilidades de hacer un excelente «filazo». En eses caso: putter bien firme ó hierro 7 por abajo y… seguro que la mete cerca de la bandera.

En muchas de nuestras queridas canchas argentinas los greenes aparecen como islas u oasis verdes en un desierto de pasto amarillo y pajoso, pero también sufren los avatares del frío. Se ponen menos controlables, en algunos casos corredizos como un vidrio y en otros, tan poco recibidores como un tambor tensado; aunque depende mucho del tipo de pasto que adoptó cada cancha en particular, del corte y mantenimiento que se le brinda y del cuidado que finalmente le da cada jugador a la hora de levantar piques y reparar las pisadas de clavos.

Para terminar (antes que llegue el calor de la primavera y me encuentre escribiendo algo desactualizado) les deseo los mejores scores bajo cero, en todos los sentidos, que jueguen apuraditos… que es uno de los principales males del juego en frío (el hecho de tener que se retrase el juego y se enfríen los que vienen atrás) ya que una de las mejores formas de entrar en calor rápidamente es caminar muy ágilmente entre golpe y golpe y no perder tiempo innecesariamente… suerte a todos y hasta luego.

Marcelo Barba