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La Concentración

«La Concentración…(y un cuento

Lo que voy a escribir más abajo, palabras más… palabras menos, sabrán disculparme, debe ser bastante plomizo y parecido a otros artículos o comentarios que alguna vez hicieron otros que también escribieron algo sobre este tema y se decidieron abordar tan divertida y apasionante cuestión.

Como no quiero que nadie piense que poseo la autoridad técnica o profesional para darme el lujo de hacer juicios de valor y escribir seriamente sobre estas cosas, trataré entonces de rescatar -si puedo- mis propias sensaciones sobre este viejo, conocido, gastado y vapuleado tema de: LA CONCENTRACION.

Para empezar, observemos mucho.
Luego de ello (que no es poco) digamos que, un altísimo porcentaje -más del 100%- de nuestros buenos tiros de Golf se deben, casi exclusivamente, a un error.

También podremos decir, si queremos sublimizar un poco la situación, que esos buenos tiros se explican por el alto grado de concentración que tuvimos en ese momento, quiero decir, más allá de la suerte, de los buenos piques y de todo eso que nunca deja de sorprendernos.

Este tema de la concentración, que tiene el aspecto de ser un clásico entre profesores, especialistas y aficionados, a pesar de lo reiterativo, reconozcámosle que lleva (hasta ser entendido e internalizado) un tiempo de maduración íntima e incorporación gradual en el juego de cada uno.

Cuando comenzamos con esto, a tomar entre las manos ese hierro 7 que alguien nos prestó y tratamos de armar el primer swing… allá lejos y hace mucho, hablar de concentración y entender lo que significaba ese vocablo en este juego, era un simple y puro acto de fe. Si, uno debía creer en eso sin hacer demasiadas preguntas.

Por otro lado, sabido es que en nuestra raza, ninguna experiencia ajena puede serle útil al otro para no meter la misma pata; cada uno de nosotros la mete invariablemente como queriendo y aunque no deba, y termina por los mismos y estúpidos caminos erróneos por donde otros se han hundido hasta el ombligo. Eso significa que somos humanos y que aprendemos a fuerza de rompernos el coco una y otra vez.

Sin embargo, desde ese primer swing con el hierro 7 hasta hoy, no sólo ha transcurrido tiempo de práctica sino que muy seguramente uno invirtió cientos de horas en observar a los que siempre saben más que uno. Hoy, con ese cúmulo de observaciones, más las infinitas prácticas y numerosos partidos jugados, quizá nos dimos cuenta de algo… que la técnica no es todo, que practicar mil horas tampoco asegura el tiro perfecto, que existe en definitiva, un componente adicional que hasta
ahora no había aparecido como determinante especial en la fórmula de jugar-bien

Se llama Concentración, pura y nada más que eso, concentración de monje tibetano (que además juegue al Golf).

Pensar sólo y permanentemente en cada una de las variables que hacen al éxito del tiro, en el mismo momento en que se ejecuta el mismo; olvidándonos si en ese instante hay un terremoto, pasa un avión, nuestro caddie estornuda o nuestro desgraciado oponente tiene flatulencia. Recién ahí uno empieza a comprender todo lo que pasa en una fracción de segundo y en la película mental que debe proyectarse a sí mismo como en un cine continuado, que comienza cada vez que enfrentamos la pelota y termina en el preciso momento en que escuchamos y vemos el impacto; en un tee de salida, en el segundo tiro, en el bunker y en cada ocasión que putt-eamos sobre el green.

Hasta aquí, creo que no he dicho nada nuevo. En todo caso queda pendiente el cómo lograr esa concentración, que es todo un tema aparte y merece ser tratado en forma puntual, promesa que queda pendiente para un próximo encuentro…


Ahora, los hago compartir un buen chiste que oportunamente me enviara un internauta: [email protected] que tiene unas ganas bárbaras de colaborar con Golf-ar y desde mi humilde ventanita lo invito a asomarse para deleitarlos a Uds.

La escena se desarrolla en un campo de Golf que presenta la característica de tener un diseño muy particular: el tee de salida de cada hoyo coincide, en forma paralela, con la llegada del otro, precisamente con el green del pròximo.

Un sábado de verano muy caluroso, estaba el campo casi desierto, y entre las pocas personas que jugaban había una señorita sin compañía y, en el hoyo anterior, un solitario y desorientado caballero.

Llegando al green del 6, el caballero desorientado un poco por el diseño de la cancha le pregunta a la señorita que estaba parada en el tee del 7, presta para jugar:

_ Discúlpeme, podría Ud. decirme en que hoyo estoy ?
a lo que la señorita responde:
_ Si señor, como no, si yo estoy en el 7, Ud esta en el 6.

Algunos hoyos adelante se vuelve a repetir la misma situación.
_ Perdón otra vez, pero podría Ud decirme en que hoyo estoy ? pregunta el
caballero.
_ Si yo estoy en el 13, Ud esta en el 12. Responde la señorita.

Y un tiempo después se repite la pregunta de nuestro náufrago caballero.
_ En que hoyo estoy ?
_ Si yo estoy en el 18, Ud esta en el 17. Responde la dama.

Un rato más tarde, a la salida del vestuario ambos se encuentran en el club house para reponer energías, se reconocen y presentan formalmente entablando una amable comversación.

_ Y Ud. de que trabaja, a qué se dedica ? pregunta el caballero
_ Soy vendedora. Responde la dama.
_ Mire qué casualidad , yo también soy vendedor. Qué productos vende ?
_ Vendo toallas femeninas.
_ No hay nada de hacer… (comenta el caballero) tanto en el Golf como en
su trabajo, Ud. siempre está un hoyo adelante mío…
_Por qué ? Inquiere la dama.
_Porque yo vendo papel higiénico !!!!.

Hasta la próxima y gracias a: [email protected] por el chiste
Nos vemos.
Marcelo H. Barba