«No salga solo…».
Una de las principales causas generadoras y motivadoras del «Juego Lento» en nuestras canchas de Golf e inclusive en otros países (que realmente no sé porqué causa ninguno menciona) es la de salir solos a jugar una cancha que conocemos por primera vez. Me refiero a salir sin caddie.
No soy un especialista en Golf, creo que nunca lo seré. Quizá de lo único que pueda jactarme es de ser buen observador: me gusta y disfruto mucho el hecho de poder jugar e ir aprendiendo con la gente que más sabe sobre este deporte y además, recorrer la cancha que eventualmente me toca en suerte jugar, observando su diseño, arquitectura y belleza, pero tratando de memorizar en la medida que puedo, la complejidad de los hoyos y esas señales ‘especiales’ que solamente ofrece un caddie en el caso de ser visitante, o la misma experiencia personal si uno ha jugado ese campo en repetidas ocasiones.
Es por ese motivo, que cada vez que juego en un terreno desconocido, trato de salir acompañado por un ‘baqueano’ que me permita sentirme cómodo en varios aspectos: el primero ya lo enuncié y se trata de no poner lento innecesariamente el juego por no saber nada sobre la geografía de la cancha; máxime, que luego del primer tiro, el grupo se separa y cada jugador puede terminar lo suficientemente alejado del otro (que conoce bien la cancha) como para que lo asesore sobre algún aspecto particular del circuito.
El segundo es anímico y ético, ya que en dicho caddie uno encuentra siempre otra opinión (legal) sobre un número importante de situaciones inesperadas en las que se puede ver comprometido y debe tomar ciertas decisiones, sin poder consultar a sus compañeros de juego (dudas sobre qué palo utilizar; distancias que hay desde un punto al agua más cercana, pelotas dudosas, anotaciones dudosas de tantos, etc. etc.) pero nada impide que lo hagamos con nuestro caddie.
El tercer motivo responde a un tema físico: dos pares de ojos ven mejor que uno (sobre todo en mi caso) y a la hora de buscar la caída de la pelota, siempre me resultó una ayuda invalorable este ‘socio’ de juego que, sistemáticamente la encuentra primero que yo. El cuarto argumento es la posibilidad de contar con un profe «on-line», es decir en vivo y en directo, que nos puede sugerir que modifiquemos ciertas posiciones del cuerpo o corregir errores que se cometen sin que uno los advierta y con ello, aprovechar una vuelta de golf al máximo; todo esto, siempre y cuando estemos convencidos no sólo de llevar caddie, sino que el mismo tenga una cierta experiencia (que estemos en condiciones de pagar un poco más), buena forma de transmitirla y que no se trate de un buen muchacho ‘portabolsa’.
Para ir finalizando, el sentido que trato de darle a estas ideas es que los clubes (todos) deberían más que sugerir, comenzar a ‘imponer’ en la medida de sus posibilidades diplomáticas y políticas lo permitan, que toda persona que juega por primera vez la cancha deba ir acompañada por un caddie.
Esto redundará concretamente en el cuidado y mantenimiento de la misma (siempre que se entienda que el caddie es una especie de extensión de los elementos de control y reglas locales de los clubes) y, fundamentalmente, en la rapidez de juego que se pretende imprimir en cada torneo multitudinario de los fines de semana.
El resto de los socios y conocedores del terreno: eternamente agradecidos (…y los caddies, ni les cuento).
Un abrazo.
Marcelo H. Barba