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Quiero Retruco

«Quiero Retruco…!!!»

Cada fin de semana que nos encontramos, entre amigos y compañeros de juego, tratamos de darle a nuestros partidos de Golf, un toque de interés adicional. Ese «touch» de camaradería y picardía que hace más sabroso y entretenido el encuentro.

Es así que, en la línea de salida alguno de nosotros ejecuta el rito tradicional: tira al aire las cuatro bolas de golf y obseva cómo quedan dispuestas en el piso cuando caen. Las dos que están más juntas entre sí, conforman un equipo y las otras dos el otro.

Dentro de la humildad y características económicas que nos definen (muertos de hambre…) comprometemos el pago de la cuenta del «hoyo 19» al equipo perdedor, lógicamente dentro de un esquema de razonabilidad y ética, con lo cual queda vedado el champagne, el caviar y los canapés de salmón rosado.

Este juego adicional al juego, hace que transformemos todos nuestros partidos en «four-ball?s» aunque los mismos se traten de tradicionales «Medal?s»; es decir que (para los que desconocen la terminología) siempre jugaremos la mejor anotación de cada grupo de dos, teniendo en cuenta los golpes a favor que nos dá la calificación de cada hoyo, según nuestro propio handicap.

Lógicamente que no dejaremos de anotar el puntaje individual, ya que la tarjeta habrá que presentarla como el reglamento lo requiere y el torneo lo define; pero todo eso no invalida que vayamos llevando nuestro «propio» score mental.

Cómo hacemos? Muy fácil, simplemente terminamos sumando un punto a favor para el equipo ganador de cada hoyo que jugamos, de esa manera, si yo hago un respetable 4 en un par 3 y mi compañero un excelente par y, si además tenía un golpe a favor (por su alto handicap)… el resultado para nuestro caso, en ese hoyo fue un dos (pajarito, que le dicen…).

Si aplicando este mismo mecanismo al otro equipo contrario, el resultado arroja un tres; habremos ganado ese hoyo y quedaremos (mi compañero y yo) con un punto acumulado, que se irá modificando en más o en menos según ganemos o perdamos en los siguientes hoyos por jugar.

No sé si fui lo suficientemente claro en la explicación técnica (creo que este tema es, en sí mismo, motivo de una nota más profesional que dejo «picando» para que Golf-Ar lo desarrolle más prolijito que yo) pero de cualquier forma, mi intención es otra; tratar de comentarles y fomentarles a través de esta experiencia particular, otro argumento y motivo adicional para generar un buen clima y acercamiento entre los aficionados y amantes de este deporte.

No sé definitivamente si se trata de nuestra cultura y folklore argentino, quizá lo sea; pero el simple hecho de poner una pequeña zanahoria o premio casero a cada partido, hace que el mismo se transforme en algo más íntimo y compartido, como suele suceder cuando alguno de nosotros es invitado a jugar al truco con alguien que acaba de conocer.

Aunque se juegue por simples porotos, a medida que el juego avanza y se desarrolla, comienzan a manifestarse situaciones especiales de compañerismo más fluídas, más estrechas, es como si uno necesitara del esfuerzo y de la suerte del otro para llegar al éxito y triunfo del equipo.

Finalmente, en el hoyo 18, nos daremos cuenta que nuestra relación con el que nos tocó en suerte compartir esa «sociedad» especial y fugaz, será muy distinta a la que hubiéramos logrado si cada uno hubiera jugado en forma individual.

Subrayo algo antes de finalizar: No estoy haciendo propaganda del juego por apuestas, ni voto a favor de cosas reñidas con el mundo amateur o aficionado del Golf.

No, nada de eso, simplemente veo que no hay nada de malo en el hecho de que alguien pueda invitarle la vuelta de café (o lo que desee tomar) al equipo ganador, sentirse cada vez más amigo y compañero de las personas que comparten los mismos placeres y sumar con ello, otro argumento adicional para mantener viva y ardiente la necesidad de volver a jugar el próximo fin de semana, no sea cosa que no nos den la merecida revancha que todos nos merecemos tener…
¡ Quiero retruco…!

Nos vemos…
Marcelo H. Barba