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Se puede

Se puede…??? El Maestro De Vicenzo pudo.

Leí lo del abierto del Litoral y me sorprendió lo de nuestro querido Maestro De Vicenzo.

Me pregunté una y otra vez… ¿Cómo es que a los 74 años de edad todavía se puede…?

Qué cosas que tiene este Golf !! Cuántas más debe tener preparadas para darnos y sorprendernos cada día sin que lo sepamos…

Humildemente, siempre como fue él, nuestro querido y respetado Maestro De Vicenzo, en medio de mucha gente joven con experiencia y calidad, demostró que a su edad todavía se puede dar mucho porque, hacer nada más ni nada menos que «68» golpes, en esa cancha, en el medio de un abierto, frente a todo un público y a profesionales de acá y de más allá…es todo un tema.

Es un tema que además nos sacude la estantería a todos y desde los mas variados ángulos; es decir, lo que pasó no es más que un gran mensaje callado, de esos que dicen mucho y que dejan más todavía, señales que deben ser interpretadas por todos los que estamos convencidos de muchas mentiras o ‘mitos’ que por una u otra razón, envuelven hoy a este maravilloso deporte:

Para aquellos que piensan que todo está en la potencia: lo siento por Uds. pero es mentira.

Para quienes piensan que todo está en la juventud y agilidad: otra falacia. También es una señal para los que dicen que el Golf de hoy sólo es para los «mimbres» como Tiger o los estilistas como Nick Faldo…y se trata de otro gran cuento chino y van…

El Maestro hizo lo suyo, nuevamente, nos dio otra lección de Golf a todos los que tratamos de aprender algo nuevo cada día, en cada oportunidad que nos toca salir a una cancha.

Esta vez su lección fue humilde (como siempre) y casi en un silencio absoluto. Nos dijo a todos, sin siquiera pronunciar una palabra, que a los 74 años querer es poder; que el Golf no es poner una pelota a 400 yardas de un solo tiro; que el Golf no es enroscarse como un fenómeno que pareciera no tener huesos; que el Golf no es nada de lo que todos pensamos, a veces.

Nos dijo que el Golf es armonía de movimientos, nos dijo que el Golf es una especie de paso de baile que nunca se olvida si se recuerda el compás de la música; nos dijo también que el Golf es paciencia y tolerancia con uno mismo, perseverancia a través de los años y de los distintos tipos de cuerpo que uno va adquiriendo con el paso de esos años; en fin, nos dijo muchas cosas que nunca salieron de su boca pero que hay que saber leer e interpretar desde el silencio y con el mismo grado de humildad que él.

Dios quiera que pueda hacer esto, lo que hace, por mucho tiempo más; porque no ganará ningún torneo a esta altura de su vida, no porque no pueda (lo mostró no?) sino porque ya no le interesa.

Le interesa más estar con sus amigos y disfrutar con ellos todo los que los demás profesionales no pueden hacer por la altísima presión comercial, por sus ‘sponsors’, por sus mezquindades, por sus desmedidas ambiciones; por sus debilidades humanas que los llevan sin darse cuenta a ser rehenes de alguna marca deportiva, en fin, porque seguramente nunca probó la dicha o la desgracia de ganar millones de dólares como lo hacen hoy muchos otros jugadores que, a mi entero juicio no le llegan ni a la rodilla, pero que por el sólo hecho de llevar una pequeña insignia de alguna marca de moda, consiguen más fama y dinero que cualquier otro deportista de hace veinte años atrás, cuando se jugaba por otras cosas más, además del dinero.

Vaya entonces un simple Gracias para esta particular clase internacional de Golf que nos dio nuestro querido Roberto De Vicenzo.

Ahora cortemos un poco con la solemnidad. Vayamos con un chiste biendiplomático:

…. «Tanto la empresa americana como la japonesa quedaron muy satisfechas con el negocio y acuerdo comercial entre sus países: Japón y EE.UU.

El empresario japonés decide entonces invitar a su par americano a conocer las instalaciones de la fábrica en Japón y al mismo tiempo, agasajar diplomáticamente al colega visitante, con lo cual lo invitan para darle un broche de oro a los negocios.

Lo reciben en el aeropuerto, lo llevan a conocer las instalaciones, dan un paseo por la ciudad y quedan en encontrarse por la noche para cenra en un típico lugar japonés.

Luego de una excelente cena y de un día muy movido, le consultan al americano a través de un intérprete, qué cosa le gustaría conocer o disfrutar del país nipón. El americano duda un poco pero rápidamente contesta que su deseo sería conocer y pasar una buena noche con una «gueisha», dado que había leído y escuchado mucho acerca de ellas y quería saber cuánto había de mito y cuánto de realidad…

El intérprete traslada la inquietud y el deseo se transforma en realidad, llevando al huesped americano al lugar indicado.

La noche comienza con música suave, sigue con unos ejercicios de relajación oriental, un poco de ceremonia para beber té; masajes corporales con lociones y aceites aromáticos, un «touch» de alcohol con la bebida local llamada sake… y finalmente todo queda preparado para un encuentro sexual inolvidable.

Nuestro personaje americano siniéndose un potro semental acomete una y otra vez con la suave gueisha, motivado por el clima, el alcohol, la música y la paz reinante del lugar.

En cada acometida del yanqui la mujer japonesa gime y grita una frase inentendible para él: _»!!! Sakuray ¡¡¡»…»!!! Sakuray ¡¡¡»…

El americano, ante tal expresión se motiva aún más e insiste hasta quedar totalmente extenuado y dormido.

Pasa el tiempo y al año vuelven a encontrarse los empresarios, pero esta vez es el americano quien hace de anfitrión y desea agasajar al empresario japonés.

Luego de todo un día de recorridas y visitas diplomáticas le hace la misma consulta que oportunamente le habían hecho a él… pero nuestro amigo oriental prefiere otra cosa:

_Mi deseo, dice el japonés, es acostarme temprano y mañana por la mañana jugar un partido de Golf en la mejor cancha, sin que nadie nos moleste ni nos apure; ese sería mi deseo más importante…

El americano mueve cielo y tierra (y una montaña de dólares) y consigue reservar una cancha de golf excelente para ellos dos solos, desde las 8 de la mañana hasta que terminen, sin interrupciones.

Comienza el partido y el japonés, distendido e incrédulo por semejante cancha y la posibilidad de jugar Golf sin que nadie los moleste, comienza el primer hoyo con un excelente par.

Sigue mejor con un birdie en el par 5 del hoyo 2 y así sucesivamente, haciendo una tarjeta magnífica, coronado por los aplausos y felicitaciones del americano que ya no sabía cómo expresarle mejor su sorpresa y alegría por su excelente juego y lo bien que la estaba pasando.

Llegan a un par 3 difícil y el japonés pone un hierro tan bueno que rueda por el green y se mete de primera… Hoyo en uno. El americano lo mira y sorprendido, lo abraza y lo felicita tratando de decirle algo en su idioma que exprese la sensación de alegría que sentía en ese momento, pero lo único que le viene a su memoria en ese instante, es el grito de la famosa gueisha que él había conocido el año pasado en su visita, con lo cual, entre los abrazos y felicitaciones le grita al colega japonés:

_¡¡¡ Sakuray !!! ¡¡¡ Sakuray !!! ¡¡¡ Sakuray !!!

El japonés queda como petrificado, le cambia el gesto, empalidece y lo mira al americano preguntándole temeroso y asustado:

_ ¡¡¡ Cómo que me equivoqué de agujero ??? !!!

Hasta la próxima.

Marcelo H. Barba.