Golf Argentina Web Site

Golf Argentina – Golf del Mundo en Español

Sea Ud

«Sea Ud el mejor amigo suyo…»

Por Marcelo Barba

El sábado pasado me di cuenta de una cosa muy importante: lo bueno que resulta tener una postura y mente optimista con uno mismo.
Me preguntarán cómo sucedió esto… Bueno, la cosa es simple: me tocó jugar uno de esos días en que todo nos sale mal desde que nos despertamos, esos días que tenemos todos los que jugamos al Golf y nunca sabemos porqué motivo se nos desenchufan todos los circuitos, las pilas y no la vemos ni cuadrada…
Salí mal del hoyo 1 que es un par 4 y lo finalicé con un hermoso 7 (qué buen comienzo, pensé…). Salí peor del hoyo 2 que es otro par 4 y lo coroné con un maravilloso 8 (mejor me voy a casa, dije). Pero en el hoyo 3 me dije a mi mismo que qué bueno sería poder jugar al Golf y, como ya no me tenía fe ni pensaba en hacer una buena tarjeta, me propuse divertirme y aprovechar la mañana como si fuese una práctica más que un torneo; así nomás, sin amargarme ni volverme loco, simplemente me aflojé y me dispuse a tirar otro horripilante drive…
Al ver la pelota que salió disparada desde el tee me quedé sorprendido de la dirección y potencia… hasta pensé que no era la mía y que alguien detrás mío había jugado ese tiro (casi me doy vuelta para ver si no era cierto).
El segundo tiro de ese par 5 del hoyo 3, lo encaré un poco más contento y más suelto que al principio, tomé mi madera 7 pensando que de cualquier manera no llegaría al green y que acomodando la pelota por el medio me quedaría un decente hierro 9 para llegar a la bandera. Hice un par de swings de práctica y, mientras levantaba la madera 7 para ejecutar el tiro, mi mente pensaba sólo en lo positivo del golpe anterior, ni siquiera había un recuerdo de los dos hoyos tenebrosos que había jugado al principio.
Pegué y otra vez, vi cómo se elevaba muy derecha y firme la pelota para detenerse muy cerca del green…
Mientras caminaba para mi tercer tiro, me iba dando una especie de ánimo interno que me recomponía de las malas experiencias recientes, tratando de buscar el motivo o mecanismo que había activado sin querer ni saberlo, pero que me estaba dando óptimos resultados.
Llegué a mi pelota y en lugar de tomar el hierro 8, oh!! sorpresa nuevamente, terminé haciendo un chip cortito de unos 18 a 20 metros con un sand. ¿quién diría, no?
Así de suave, de despreocupado, de flojo y totalmente desinteresado de mi tarjeta, finalicé con un excelente par como si fuera un turista ocasional que pasaba por la cancha, paseando y tomando sol.
Para no terminar describiendo los 15 hoyos restantes, les cuento que fue uno de mis mejores partidos de Golf; a tal punto que mis compañeros me preguntaban qué cosa había hecho en los dos primeros hoyos y qué otra había cambiado en los restantes para obtener tan buen resultado… No supe qué contestar sino hasta después de finalizar el torneo.
Y la verdad es que técnicamente no hice nada desde el punto de vista físico. No me propuse nada más que divertirme y quitarme de encima una tensión emocional que me estaba impactando en lo muscular. Pero lo más importante de todo lo que hice y reconozco como determinante, fue la visión positiva y de optimismo que adopté en el tee del hoyo 3; optimismo que me acompañó y se incrementó a medida que avanzaba el partido.
Pienso que sin quererlo ejercité un acto de autoconfianza conmigo mismo, que me mantuvo hasta el ’18 sin bajar la guardia.
Lo único que espero (se los digo con toda humildad y confianza) es que pueda volver a repetirlo tan naturalmente como me salió ese día que pintaba como nefasto… ¿o siempre tendré que hacer mis dos primeros hoyos pésimos para lograrlo???
Creo que el mensaje que debiéramos extractar de esta pequeña vivencia es siempre el mismo, pero esta vez matizado con un ejemplo real que me tocó vivir personalmente: El Golf es un juego psíquico más que físico; el gran secreto -créase o no- está en nuestra gran cabezota, que muchas veces se hace la desentendida y parece no pertenecer a nuestro cuerpo y termina comportándose como si fuera la de un leñador nervioso (que ni siquiera usa bien el hacha…)
Cuando la cosa viene mal, demos un paso atrás, saquémonos de nuestra mente el torneo y la tarjeta, veámonos a nosotros mismos como cuando observamos a otro jugador delante nuestro; pongamos la mente en positivo y pensemos en divertirnos más que en competir… prueben y me cuentan (yo haré lo mismo otra vez y veré si me vuelve a salir !!!)

Un abrazo y hasta la próxima.
Marcelo H. Barba