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Todo Ayuda

Todo Ayuda…hasta los clavos

El ser humano es indudablemente un animal de costumbre.
Primero le cuesta, se queja un poco, se acomoda, empieza a aceptar, finalmente disfruta y hasta llega a recomendar lo que en un principio rechazó de plano.

Es interesante observar este tipo de actitudes y, precisamente en esta oportunidad quiero comentarles una, bastante cercana a mi actividad golfística de los fines de semana.

Hace un par de meses atrás, quizá tres para ser más exacto, oh sorpresa, cuando estaba dirigiéndome a la casilla del starter para sacar la tarjeta y prepararme para salir, escucho una discusión de tono razonable pero que igualmente me llamó la atención.

La charla se estaba desarrollando sobre un pequeño cartelito recién puesto en la pizarra de novedades, que decía. «Se informa a los Sres. Socios que, a partir de tal fecha no se permitirá el uso de zapatos con clavos en las instalaciones de Golf». Gran cosa pensé y seguí preocupándome por mi swing, por lo menos mentalmente…

Sin embargo, escuché y ví a algunas personas malumoradas y molestas por la medida (vaya a saber uno porqué) que como suele pasar y gracias a nuestra invariable naturaleza humana, se queja, se resiste, pide explicaciones obvias, etc.

El tiempo transcurrió.
Este último fin de semana que pasó, a unos tres meses de aquel cartelito…
volvía a jugar y tuve la suerte de acompañar a una de esas personas, que reconocí casi inmediatamente, que se quejaba o manifestaba alguna especie de malestar con la medida tomada por el Club.

Nos saludamos y reconocimos pero ni mu… del tema de la prohibición de los clavos. Personalmente creo que ni se acordaba de aquella situación, pero a pesar de ello el tema surgió de una manera muy distinta…
Junto a nosotros jugaron dos personas más, provinientes de un club de Golf del interior que habían sido invitados y aprovecharon para alimentar un rato el mejor «virus» que todos nosotros llevamos dentro (y del cual espero no curarme nunca).

Es así que salimos a jugar los 18 hoyos y dialogamos sobre unas cuantas cosas, pero en cada oportunidad que llegábamos al green, invariablemente estas dos personas los elogiaban y comparaban con su propia cancha y otras que habían conocido, repitiendo una y otra vez que estaban en magníficas condiciones…

La sorpresa mía fue que en una oportunidad mi compañero de juego y socio del Club emitió un comentario ejemplificador, dijo: «_ Saben que pasa muchachos, desde que en el Club se prohibieron los zapatos con clavos esto es una maravilla, la gente no se dá una idea de lo que lastiman cuando arrastran los pies o dejan esas huellas de clavos… realmente es una disposición que deberían imitar todos los demás clubes de Golf…»

Me quedé anonadado, ya que este responsable y centrado caballero fue uno de los que reconocí molesto cuando el Club anunció la nueva reglamentación en
cuestión.

Lo que es la mente y la costumbre… cómo cambia la gente su propio pensamiento y actitud frente a disposiciones o reglamentaciones basadas en el sentido común.

No sé si él recordará haberme visto en aquella oportunidad. Tampoco sabré si supo interpretar mi sonrisa incontenible cuando escuché lo que dijo a los otros visitantes, pero algo le habrá hecho «click» en su mente porque me miró y se quedó pensando en algo…

Más allá de la anécdota, rescato el mensaje del cuidado que algunas entidades están entendiendo como algo necesario e indispensable para sus canchas, la economía del mantenimiento y el goce de los green’s. Tratemos de imitarlos y, si bien no todos podremos cambiar las reglamentaciones internas de los clubes, bien podemos comenzar a jugar Golf con zapatos que tengan tapones de goma o cambiar los clavos antiguos y oxidados por los denominados «Soft».

Un abrazo y hasta la próxima.
Marcelo H. Barba