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Volver a empezar

«Volver a empezar»

Hola a todos.

Vuelvo a tener esa sensación de placer al reconectarme con Golf-ar y el resto de los navegantes que acceden este maravilloso lugar, luego de un descanso y vacaciones que siempre dejan un sabor a poco, a pesar que todavía nos faltan algunos días más para seguir disfrutando.

Aproveché los excelentes días de sol que nos regaló este Niño caprichoso durante enero y volví a visitar -otra vez- lo que para mi sigue siendo una de las mejores canchas de latinoamérica. Estoy refiriéndome al Club del Lago de Punta del Este; con una geografía y diseño que recomiendo a todos los amantes del Golf que alguna vez viajen al Uruguay y pasen cerca de Solanas.

Nunca supe de diseños ni hablé con ninguna persona responsable en esa materia; pero sin la menor intención de meterme en un terreno que desconozco, opino sólo como público y jugador aficionado que tiene la inquietud de observar detenidamente la tele, videos, películas, libros y publicaciones y que ha tenido pocas oportunidades de jugar en algunas canchas locales… entonces comparo y digo que esa cancha de Golf es realmente una como pocas y muy especial.

Motivos para discutir o compartir esta apreciación hay unos cuantos, pero les cuento algunos de los que creo son, a mi humilde y desautorizado juicio, los principales.

Primero: me gustan mucho las canchas largas. Si, definitivamente. Creo que el ellas uno puede desarrollar todo lo que sabe y darse el gusto de fallar y errar en todo lo que no sabe. La cancha se lo permitirá de buen gusto y existirán siempre posibilidades de recuperación.

En las canchas cortas, en cambio, es mucho más probable que uno no tenga que trabajar tanto y deba tomar una actitud más controlada para mantener un mayor nivel de precisión. Muy difícil para mi, que se diviertan sólo los de handicap bajo.

Segundo: me gusta caminar. Si bien hay carritos (muy caros…) esa es una opción a la que todavía no quisiera llegar… tan rápido. Sobre todo que caminando uno puede quemar algunas calorías adicionales, mantener un razonable estado de piernas, hacerce más «baqueano» del campo y así poder medir mejor las distancias y, fundamentalmente, saborear mucho mejor esas pocas horas por semana que nos regala la vida para que estemos en contacto con la naturaleza pura.

Tercero: el diseño. Supongo por lo que veo que existen más posibilidades de jugar con la naturaleza y aprovechar al máximo las condiciones que ofrece la misma, visto desde el punto del profesional que diseña el terreno, para crear una especie de paraíso de Golf, con lomadas naturales, decenas de especies de pinos y arbustos, quebradas, bañados y lagunas, arboledas tupidas y otras «trampas» congénitas que hacen que todo el entorno se transforme en un una obra única e irrepetible.

Cuarto: la gente. Sin pretender transformarme en un rebuscado quiero referirme en este último punto, al trato que uno recibe en ciertos países vecinos, donde pareciera existir como gran diferencia sustancial con nuestra cultura, la calidad de servicio y atención que le brindan al que paga por un determinado servicio (sea comer, jugar al Golf, ir a un espectáculo, etc.); es como si lo mimasen constantemente (no confundir con gente pesada como las moscas…) sin que ello signifique obsecuencia.

Simplemente dan y hacen bien lo que se debe hacer cuando se vende servicio. Aquí, es como si estuviéramos adormecidos o acostumbrados a ser tratados como una especie de rehenes de quienes -dicen- dan algún tipo de buen servicio.

En fin, creo que vale la oportunidad de destacar lo que nuestros hermanos uruguayos hacen muy bien y aprovechar esta ventana de salida al mundo para que muchos lo conozcan y/o tengan la oportunidad de visitarlos y comprobar lo que les cuento.

Y hablando de cuento… hace mucho que no ponemos algo bueno para lucirnos en el bar del 19…

«Luego de 20 años de casados, el matrimonio Gómez fanático del Golf, decide festejar esa fecha con una escapada a Punta del Este, buen hotel, comidas y por supuesto: dos días de puro Golf.

En la cena del primer día de festejo, en un restorante lujoso y a la luz de las velas, los cónyuges Gómez comienzan una charla muy íntima:

Ella: _Querido, hace 20 años que estamos juntos, que nos queremos, que salimos todos los fines de semana a jugar Golf juntos, que nunca tuvimos serios problemas…

EL: _ Sí mi amor, te entiendo, te sentís emocionada…

Ella: _ No, lo que quiero decirte es que no merecés que te mienta más… te tengo que confesar algo muy serio que siempre me guardé como mi mayor secreto.

El: _Bueno querida, soy todo oídos… adelante.

Ella: _Te tengo que decir que te engañé… yo estoy operada desde antes de conocerte, en realidad no me llamo Silvia… mi verdadero nombre es Roberto…

El: _Qué desgraciado!!! Mal nacido!!! Hijo de…!!! no puedo soportarlo… 20 años de engaño… y encima, saliendo siempre del tee de damas.!!!.. «

Un abrazo y nos vemos.

Marcelo H. Barba